1er hotel de 4* con etiqueta ecológica del País Vasco
Bienvenido al Domaine de Bassilour, un remanso de paz situado entre la pintoresca ciudad de Bidart y el encantador pueblo de Arbonne, en el corazón del País Vasco.
A poca distancia en coche, descubrirá las joyas costeras de Biarritz, Anglet, Bayona, Guéthary y San Juan de Luz, que ofrecen un abanico de experiencias ricas en cultura, gastronomía y playas soleadas. Además, la frontera española y la ciudad de Irún están a sólo 30 minutos en coche, invitándole a explorar los encantos de la Península Ibérica.
Nuestra finca, situada en un caserío de 1562, ha sido completamente restaurada conservando su antiguo encanto vasco. La decoración es una sutil mezcla de refinamiento de época y elegancia contemporánea, creando un ambiente cálido y acogedor.
Tanto si opta por la tranquilidad rústica de la granja como por la opulencia del Manoir, una magnífica casa solariega construida en 1870, cada alojamiento ofrece una experiencia única, impregnada de su propia identidad.
El Manoir, rodeado de un espléndido parque arbolado con una gran variedad de especies, como árboles de hoja caduca, de hoja perenne y frutales, es el lugar ideal para relajarse. A los amantes del aire libre les encantará nuestra pista de tenis y la zona de barbacoa.
Tanto si busca una escapada romántica, unas vacaciones en familia o una escapada con amigos, el Domaine de Bassilour es el lugar donde la historia vasca y el lujo contemporáneo se unen para crear recuerdos inolvidables. Venga a descubrir el encanto intemporal del País Vasco en el Domaine de Bassilour en Bidart, donde la hospitalidad encuentra su marco perfecto.

Granja Behereko-Etchea

Castillo de Bassilour, conocido como "Le Manoir
En 1847, Pierre Darthayet, aliado con una viuda de Habans, se convierte en alcalde de Bidart.
De esta unión nació su hijo Bertrand en 1870. A su regreso de México, donde había prosperado junto a su amigo Jean Borotra, construyó la primera «Villa Bassilour» en 1870. Ese mismo año, Bertrand se casa con Antoinette Hiriart, hija de un reputado médico de Briscous que había hecho carrera en Bayona.
Tuvieron una hija, Nathalie, que se casó con Jean Légasse de Bassussary en 1898. En 1900, Nathalie y Jean embellecieron y ampliaron la villa, dándole a veces el nombre de Château en algunas postales. Se añadió una casa para el guarda.
Esta elegante residencia fue el hogar de la Reina Nathalie de Serbia, como lo demuestra un extracto de un artículo de J. Laborde publicado en la Gaceta de Biarritz el 12 de enero de 1955 (muchos años después de los hechos, ya que la Reina había abandonado la Costa Vasca mucho antes de su muerte en 1944).
Es interesante señalar que, aunque el Sr. Légasse era alcalde del municipio, en realidad no era propietario, ya que vivía con su suegra, «l’Etche Andere», figura típica de la cultura vasca.
Alexandre, hijo de Nathalie y Jean, tomó el relevo de su padre como armador en Bayona, supervisando la tripulación y equipando el arrastrero «Bassilour», destinado a la pesca del bacalao.
La propiedad se dividió entre 1978 y 2000.
Desde 1989, el Sr. y la Sra. Vachet son los orgullosos propietarios y han transformado esta magnífica propiedad cargada de historia en el hotel Domaine de Bassilour.
La resurrección ecológica de la granja Bassilour en la década de 2000

Bio renovación y construcción
La bioconstrucción fue el principio rector de esta ambiciosa empresa. Los muros de cal no solo devolvieron la autenticidad a los edificios, sino que también redujeron la huella de carbono de la granja.
La energía geotérmica se ha integrado ingeniosamente, transformando el calor natural de la tierra en una fuente sostenible de energía para calentar los espacios interiores. La transición a la vida ecológica se ha extendido más allá del propio edificio. La instalación de triple acristalamiento no sólo mejoró el aislamiento térmico, sino que también demostró el compromiso con la eficiencia energética.
Se ha establecido como prioridad una gestión rigurosa del consumo de agua y electricidad, lo que demuestra la voluntad de minimizar el impacto ambiental. Se ha replanteado la gestión de los residuos, con un sistema de clasificación selectiva y una firme apuesta por el compostaje.
Se ha optado audazmente por la ausencia de aire acondicionado en las habitaciones, favoreciendo soluciones de refrigeración natural en armonía con el entorno local.
Estas iniciativas, combinadas con la creación de un huerto de permacultura, han transformado la granja en un ecosistema autosuficiente que respeta los ciclos naturales de la tierra.
La etiqueta ecológica como recompensa
